No podemos negar que la violencia de género es un problema extendido en nuestra sociedad cada vez más. Es curioso como al oír estas dos palabras, la primera imagen que nos inunda la mente es una mujer maltratada por un tenebroso hombre que la golpea e insulta.
Somos mentes manipuladas por el sistema, mentes que creen lo que los poderosos quieren que creamos, lo que les conviene para llenarse los... bolsillos y acrecentar su reputación.
Desde el primer momento en que la palabra divorcio apareció en mi mente, debido a la infidelidad de mi pareja, sabía que llevaba las de perder, que cualquier momento era bueno para que ella utilizase todas las demoniacas armas que el gobierno pone a disposición de la mujer, para convertir a su pareja en un desgraciado, sin forma de defenderse, un paria de la sociedad y un apestado para conocidos y desconocidos.
Las palabras “violencia machista”, resonaban en mi mente una y otra vez, provocándome un miedo atroz a perder de un solo plumazo, todo lo que había conseguido con esfuerzo y trabajo, si ella decidía acabar por la vía rápida con todo el proceso.
A diario, observamos como hombres y padres de familia, son acusados y juzgados social y legalmente, sin pruebas, ya que tan solo vale la palabra de una de las partes, obviando la paridad de los hechos, para detener, y la mayor parte de las veces, volver a dejar en libertad, debido a la falta de pruebas, o con la demostración de que se trata de una denuncia falsa, no teniendo repercusión legislativa para la parte denunciante. Este hecho es aprovechado por mujeres sin escrúpulos que solo buscan la desesperación y empobrecimiento de aquel con el que han compartido parte de su vida y son padres de sus hijos, y de lo cual ellas son la parte vencedora y beneficiaria.
Son muchos los observatorios políticos que “velan” por la seguridad de la mujer. Observatorios, asociaciones, tanto nacionales como de las comunidades autónomas, que no permiten ni siquiera que el hombre se defienda, que dicen estar encima de cada caso y esclarecer todos y cada uno de los casos de violencia machista. Para estas asociaciones no existe la violencia ni física ni psíquica por parte de la mujer hacia el hombre.
Creemos que los mayores índices de violencia de género, son sufridos por mujeres, pero las verdaderas cifras son enmascaradas por el gobierno y las autonomías. El hombre, sufre maltratos, tanto físicos como psicológicos, algunos, mueren a manos de sus parejas, otros, incluso sufren tal desesperación que llegan a terminar con su vida. Pero estas no son palabras de un hombre que sufrió el azote de la maldad femenina, no.
En el año 2000 fueron víctimas de homicidio o asesinato en nuestro país 1.124 hombres y 444 mujeres. Asimismo, en ese mismo periodo de tiempo se suicidaron en España 4.923 personas (3.275 hombres y 1.648 mujeres). De esas víctimas, 67 mujeres y 44 hombres encontraron la muerte en contextos de violencia doméstica, según datos del Ministerio del Interior, pero ni esa circunstancia de violencia familiar ni la prevalencia numérica de víctimas femeninas legitiman ningún intento de rentabilización política o económica y, menos aún, de proyección de culpabilidad sobre la población masculina en general.
Al margen de ese triste saldo de víctimas mortales, existe una exacerbación política e informativa del fenómeno de la violencia doméstica, que ocupa prácticamente todo el primer plano de la percepción social de la violencia. En muchas ocasiones, han sido las propias instituciones las que han deformado y sobredimensionado, subjetivamente y sin datos fiables, la realidad de la violencia doméstica. En otras ocasiones, los "datos" se han obtenido mediante métodos que causan sonrojo por su falta de seriedad, aunque sus consecuencias políticas, legales y sociales sean de primer orden.
Sin embargo, la realidad de estas asociaciones y observatorios no es acabar con la violencia doméstica, en un sentido o en otro, sino enriquecerse a base de subvenciones, no teniendo el menor interés en que esta lacra social, de la que se aprovecha mucha gente, puesto que supondría dejar de percibir ayudas económicas que engordan las cuentas corrientes personales de aquellos que dicen salvaguardar los intereses de los demás.
Asociaciones lideradas por grupos o “lobbys”, con gran repercusión dentro del gobierno de turno, donde la dignidad de las personas se deja a un lado para dejar paso a los intereses idealistas. Grupos que se enriquecen, para aumentar aún más su poder e imponer sus ideales a toda una sociedad.
No hay, pues, interés gubernamental por acabar con la violencia doméstica ya que esto, conlleva intereses económicos y puestos vitalicios para consejeros, secretarios y demás buitres carroñeros afines al gobierno.
Estas asociaciones deberían velar porque la igualdad fuese el principal principio a la hora de estudiar cada caso, donde no hubiese buenos y malos, antes incluso, de que una parte pueda defenderse con hechos. Que los delitos, ya que presentar una denuncia falsa esta tipificado como delito dentro de las leyes que rigen nuestra sociedad, sean castigados de la misma manera tanto para una parte como para otra. La violencia no tiene porque ser solo física.
Un hombre que es detenido y encarcelado durante 72 horas por el simple hecho de que su pareja ha interpuesto una denuncia, quien al no poder justificar su paradero durante 3 días, pierde su puesto de trabajo, a quien el gobierno quitará su tesoro más preciado, que son sus hijos y a quien todos los bienes materiales le serán arrebatados sin poder siquiera defenderse, es una persona a la que no se le hace justicia y a quien la violencia psíquica y ejercida por su pareja y por quien debe velar por sus derechos, deja abandonado a su suerte.
Como vemos, la manipulación sobre este tema se puede masticar, la victimización de ciertas mujeres que engañan a la sociedad y a las autoridades con mentiras para perjudicar a sus ex parejas es grandísima, así como la manipulación por parte de los partidos políticos de turno que manejan el país y que dan un vuelco a las estadísticas para manejarlas a su conveniencia.
No nos dejemos engañar, los hombres también sufren, también son maltratados y caen en el abismo por culpa de mujeres malvadas que truncan su vida. Deberíamos de pensar, que si queremos igualdad, algo tan solicitado por muchos colectivos en los últimos tiempos, deberíamos empezar a juzgar y a dar derechos a ambos sexos de la misma manera.
Nosotros, los hombres, tenemos sentimientos, tenemos corazón, amamos a nuestros pequeños, y también somos personas. Nos merecemos al igual que las mujeres, una presunción de inocencia y un derecho a defendernos.
Manuel.